Miqueas 7:7
"Mas yo a Jehová miraré, esperaré al Dios de mi salvación; el Dios mío me oirá".
Muchos hemos tenido la fantasía de soñar con ¿Qué haríamos si nos ganáramos el premio mayor de la lotería? Aún los que no acostumbramos a comprar de estos famosos boletos de la suerte lo hemos pensado.
Quiero contarles sobre un momento de mi vida en el que estaba bien, no me hacía falta nada, tenía salud, alimento, vestido, etc., Dios seguía siendo bueno conmigo, pero entonces me hice la pregunta del inicio ¿Qué pasaría si…? ya sabes el resto.
Me vi tentado a comprar un numerito, tan solo uno, para ver si acaso se cumplía esa fantasía de poder alcanzar el premio mayor. Sin ahondar mucho en el tema, sabrán que no sucedió nada, mal invertí unos cuantos colones de mi bolsa en un boleto que no cambió mi vida.
Lo interesante de esta historia aún no ha sucedido, ¡pero aquí viene! Pocos días después de mi “mala suerte” empecé a tener ciertos problemas mecánicos con mi vehículo, se dañaron algunas partes que tenían un costo considerable para mis finanzas, pero al final logré comprarlas, pero con tan “mala suerte” que en última instancia los repuestos no eran los que necesitaba mi vehículo, tuve que devolverlos y esperar casi dos meses para que me hicieran el reintegro del dinero, puesto que la compra se había realizado mediante tarjeta de débito, aparte de que tuve que buscar nuevamente los repuestos correctos.
Esta experiencia me hizo meditar en muchas cosas, la enseñanza de este mensaje no está precisamente en lo malo de comprar boletos de la suerte, o en fantasear con lo que no tenemos o no necesitamos, al contrario, me llevó a las palabras del profeta Miqueas en el capítulo 7, versículo 7, “Mas yo a Jehová miraré”.
Sin duda el premio mayor de la desconfianza en Dios trae consigo muchos males, y quizás ese sea el premio que verdaderamente muchos merecemos hoy en día, pero bendito Dios por su gracia, al no darnos la recompensa de nuestras malas acciones, por eso, hoy es el mejor día para esperar en Dios, poner nuestra necesidad en sus manos, con fe saber que nos escucha y esperar que su gracia sobreabundante llene nuestra vida y nuestro hogar, y que al final podamos reconocer que el premio mayor siempre será Cristo, y si aún no lo tienes, te invito a invertir en Él, seguro que cambiará tu vida.